A veces, el cáncer de esófago bloquea las vías respiratorias o las presiona y dificulta la respiración. La colocación de un stent es una forma de mejorar la respiración y la deglución y de aliviar el dolor y la incomodidad. Los stents son pequeños tubos, generalmente hechos de malla, metal o plástico, que se insertan en el esófago. Para los pacientes con cáncer de esófago, los stents metálicos tienden a ser más efectivos y provocan menos complicaciones que los stents plásticos. Por lo general, se utiliza un endoscopio, un instrumento que nos permite ver su garganta, para insertar un stent expansible en el esófago. Una vez en su lugar, se libera, empujando las paredes esofágicas para abrirlas. La colocación de un stent es menos invasiva que la cirugía, permite una rápida administración de nutrientes / alimentos y es reversible, lo que proporciona una buena opción paliativa. Los stents también se pueden usar para tratar obstrucciones en otros tipos de cáncer (como el cáncer de pulmón), así como para facilitar el flujo sanguíneo en las arterias.